CURITIBA - "Huele mal. Qué puedes hacer, tienes que vivir con eso".
CURITIBA - "Huele mal. Qué puedes hacer, tienes que vivir con eso".
"Huele mal. ¿Qué puedes hacer? Tienes que vivir con eso". El comentario del limpiabotas Israel Vieira Seguezi, de 18 años, es similar al de todas las personas que trabajan en Boca Maldita, en la vereda de la Rua XV de Novembro, en el centro de Curitiba. "Son solo tres días sin lluvia. Cuando hace sol, hasta sale humo por la alcantarilla", comenta el vendedor Lucas de Souza Pinheiro, 26 años.
A pocos metros, en la Avenida Marechal Deodoro, cerca de la Praça Zacarias, la situación es la misma. "En los días de calor es insoportable", define la profesora Márjorie Alves, de 36 años, que pasa todos los días por el lugar. La ruta hedionda discurre libremente por el Centro, en todas las direcciones: Praça Osório, Praça Carlos Gomes, Judge Westphalen, Pedro Ivo, Marechal Floriano Peixoto, José Loureiro. Hasta la Terminal Guadalupe, el calvario es prácticamente el mismo.
La región central de Curitiba no es solo el centro económico y comercial de la capital: también es la zona cero del mal olor, que se propaga por toda la ciudad a través de ríos contaminados y conexiones irregulares de alcantarillado. Una realidad vivida a diario por los vecinos de Rebouças, a poco más de dos kilómetros del Centro. Allí, un tramo del río Água Verde con todo tipo de suciedad atraviesa patios traseros y se lleva el mal olor a las casas. “Aquí las ratas tienen un tiempo específico para aparecer”, dice el vecino Alberto José Cabral Chaves, quien vive en la zona desde la década de 1960. “En la mañana y al final de la tarde salen a buscar comida”.
Los vecinos que viven cerca de la estación de autobuses en el barrio Fazendinha viven en una situación similar, a más de siete kilómetros del centro. El río Formosa, que desemboca en el río Barigüi, es uno de los más contaminados de la ciudad. Con agua negra, pasa junto a la terminal y atraviesa un condominio con más de cien departamentos.
Residente del Parque Residencial Fazendinha durante cuatro años, el jubilado Nilton Hernandes, de 51 años, cierra la ventana y enciende el ventilador cuando comienza el hedor. “Ya he visto pasar tres sofás en el río”, revela. “Tiene llanta, botella de plástico y poliestireno, además de la cloaca”. Los taxistas que pasan el día junto a la terminal también tienen historias que contar. "Ya le pedimos a Urbs que cambie el punto, porque hay días que no aguantamos", informa José Aparecido de Carvalho, de 60 años. "Hay días en que el fondo del río está lleno de baba negra y apestosa".
Prado Velho, Jardín Botánico, Parolin, Cajuru, Ciudad Industrial de Curitiba. Con la excepción de los barrios más altos, como São Francisco y Mercês, y las regiones más ricas, como Batel, Água Verde y Jardim Social, prácticamente toda la ciudad apesta. "Algunos días es insoportable", comenta Maria Rosa do Carmo, de 41 años, que toma el autobús todos los días en la terminal del CIC. "No hay nada que hacer. Las personas que necesitan trabajar no pueden preocuparse por estas cosas".
Desparramar
“En toda la ciudad hay problemas. Y el mal olor viene exclusivamente de las aguas negras que se tiran a las galerías de agua de lluvia”, define la directora de Medio Ambiente de Sanepar, María Arlete Rosa. No tiene datos sobre el número de conexiones irregulares en Curitiba, pero dice que el 80,73% de la población (alrededor de 1,4 millones de personas, o aproximadamente 491.000 edificios) tiene acceso al alcantarillado. Lo que no significa que se hayan hecho todas las conexiones. “Muchos no quieren pagar la tarifa del alcantarillado. Y muchos no quieren meterse con la construcción”, dice María Arlete.
No es difícil entender la causa del mal olor. El soterramiento de la ciudad está cortado por dos redes, la red de pluviales (por donde escurre el agua de lluvia y desemboca en los ríos), y la red de alcantarillado, que es más profunda y está destinada a las estaciones depuradoras de Sanepar. En el caso de edificaciones con conexiones irregulares, las aguas residuales caen directamente a las galerías pluviales y tienen como destino los ríos. Con el calor, el olor a cloaca sale por las bocas de acceso, que están conectadas a la red de pluviales.
"El peor olor que percibí en Curitiba fue en el río Belém, alrededor de la estación Sanepar", señala el periodista Eduardo Fenianos, conocido como Urbenauta, que ha navegado por todos los ríos de la ciudad. “Belém es la más apestosa, pero Barigüi también está muy contaminada”. Él, que hizo un "viaje al centro de la ciudad", señala otros puntos, como las inmediaciones de la Catedral Metropolitana, en Praça Tiradentes, y Rua Cruz Machado y Rua Hermelino de Leão.
"Tenemos dos tipos básicos de contaminantes: aguas residuales residenciales y comerciales. Por falta de información o incluso por negligencia, muchas personas que están construyendo la red de alcantarillado la colocan por error en el desagüe", explica el ingeniero ambiental Guilherme Samways. “El mal olor proviene de bacterias anaerobias. Durante la digestión de la materia orgánica se elimina el gas sulfuro de hidrógeno. Esto sucede en las primeras horas de degradación”.
La inspección de las conexiones irregulares de alcantarillado es realizada por Sanepar y la ciudad de Curitiba, pero la evaluación es responsabilidad de las autoridades municipales, a través de la Secretaría Municipal de Medio Ambiente u Obras Públicas. La idea de Sanepar es ampliar las alianzas con el Ayuntamiento, las asociaciones de vecinos y las escuelas, como las realizadas para la limpieza de la región norte de la cuenca del río Belém y del río Tarumã.
Por
José Marcos López. Colaboró con Bia Moraes, de Gazeta do Povo Online
17/12/2006 15:06
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fuente google imagenes
redacción https://www.gazetadopovo.com.br/vida-e-cidadania/a-curitiba-que-nao-e-flor-que-se-cheire-ab0g02p0rozy83ej505nz9oi6/
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